Bryan Roberts y Norman Long las estructuras agrarias de América Latina
1930-1990
En Leslie
Bethell, historia de América latina. Vol.11
Barcelona:
Crítica, 1997
Bryan Roberts (1939) ha sido titular de la cátedra C.B. Smith de
Relaciones entre Estados Unidos y México, Universidad de Texas en Austin. Entre
sus otros escritos se encuentra La
educación y la ciudad de Guatemala (1971) y Ciudades de campesinos la economía política de la urbanización en el
tercer mundo (1980).
Norman Long (1936) es un científico social británico. Ha
contribuido al desarrollo de la antropología en Perú y es Doctor en
Antropología social de la Universidad de Manchester. Fue profesor de
antropología social en la Universidad de Durhan en Reino Unido y posteriormente
fue profesor de Desarrollo rural social en Wageningen
en Países Bajos. Entre sus otros escritos se
encuentra Social Change and the Individual: A Study of the
Social and Religious Responses to Innovation in a Zambian Rural Community (1968), Anthropology,
Development and Modernities: Exploring Discourses, Counter-Tendencies and
Violence (2000) y Development
Sociology (2001).
Roberts y Long han trabajado juntos en otros escritos
como Peasant Co-operation and Capitalist Expansion
in Central Peru (1978) y Miners,
Peasants and Entrepreneurs: Regional Development in the Central Highlands of
Peru (1984).

Los autores entienden
las estructuras agrarias no solo como el tipo dominante de agricultura, la
tenencia de la tierra y la tecnología allí empleada, consistía también en las
instituciones políticas y jurídicas que la sostienen, las relaciones entre lo
rural y lo urbano, estructuras comerciales, clases sociales y a veces, la
economía mundial (Roberts & Norman).
Para explicar el proceso
de cambio en las estructuras agrarias, los autores dividen el periodo estudiado
en tres secciones. La primera de los años treinta a los años cincuenta. La
segunda de los años sesenta y los años setenta. La tercera de los años ochenta y
los años noventa.
Es importante rescatar
que estos procesos no se generaron coordinadamente en América Latina, por
ejemplo, en la mayoría de países la industrialización se dio en los años
sesenta, pero en el Cono Sur inició en los treinta y en Centroamérica en los
setenta. Sin embargo, los tres periodos estudiados consiguen representar las
generalidades de las estructuras agrarias en la región.
En los años treinta, la
estructura del sector agrícola tenía una base familiar, es decir, en relación
con el trabajo se buscaba utilizar al máximo la fuerza laboral de todos los
miembros. Así mismo, muchos artículos, como la ropa, se fabricaban dentro del
núcleo familiar. Esto se encontraba en un marco descentralizado donde la identidad
regional constituía la base de las relaciones económicas y sociales. En este
mismo periodo, con la Segunda Guerra Mundial y la crisis económica que esta
produjo en la economía, se le otorgó especial importancia a la
industrialización. Para ello se buscó centralizar la política y la economía y
esto empezó a afectar incluso a las aéreas agrícolas menos comerciales (Roberts
& Norman), entonces, la mayoría de familias ya no vivían solo de la
agricultura sino también era necesario que algún miembro trabajara temporalmente
de forma asalariada. El estado no tiene participación profunda en las
estructuras agrarias de primer periodo.
En este periodo existían
cuatro tipos de estructuras agrarias las cuales se diferenciaban en la
producción exportadora, la diversidad de las relaciones laborales y la propiedad
del campo. Estas estructuras eran la estructura comercial a gran escala, la
producción de enclaves, la agricultura a pequeña escala y la agricultura de
subsistencia.
La estructura comercial
a gran escala se encontraba principalmente en la región del Cono Sur y en el
sur de Brasil. Este tipo de estructura estaba basada en la exportación lo que
la hacía vulnerable a las fluctuaciones del mercado internacional. Muchos inmigrantes
con tierra adquirían créditos para conseguir productos básicos entre cosecha y
cosecha, mientras otros inmigrantes eran trabajadores sin tierra. Ellos se
encontraban subordinados por el terrateniente. En general, los trabajadores de
este tipo de estructura se encontraban en malas condiciones de vida. La riqueza
y oportunidades no estaban bien distribuidas lo que dio lugar a huelgas y
protestas.
El enclave económico se
diferencia con la estructura comercial a gran escala por el grado de
producción. En esta estructura la propiedad pertenecía a compañías y
propietarios casi siempre extranjeros. Se ocupaban mayor cantidad de
trabajadores asalariados.
En la agricultura a
pequeña escala los dueños eran pequeños propietarios, en esta estructura la
base era familiar y el mercado era nacional o regional. El propietario
tiene un alto grado de control sobre su
producción, se establecen redes de comercialización locales que dan lugar a la
competencia comercial y con ello a la diferenciación social y económica. Este
grado de control se ve limitado porque muchos de ellos tenían que acceder al
crédito para subsistir entre cosecha y cosecha, además, los terratenientes
poseían la mejor tierra y monopolizaban el mercado.
La agricultura de
subsistencia estaba basada en una menor actividad comercial basada en un
sistema de haciendas. El terrateniente arrendaba la tierra o trabaja en parte
de ella, en este sistema el terrateniente tenía el poder político. Las
relaciones sociales estaban basadas en el conflicto entre el campesino y el
terrateniente, incluso entre los mismos campesinos. La mayoría de la población
rural en los países a excepción de Argentina se encontraba en esta estructura.
El proceso de
centralización agraria (extracción de la frontera y acumulación en el centro), el
crecimiento demográfico y la acumulación de tierras y capital en pocas manos produjo
condiciones de pobreza rural. En los años sesenta y setenta es donde se
evidencia un mayor interés estatal en el controlar esta condición no por si
mismos sino por el beneficios que esta representaba «La agricultura se
convirtió en una cuestión política importante; poderosos intereses económicos
urbanos, financieros, industriales y comerciantes dieron apoyo a la consigna
para la modernización agraria» (Roberts & Norman, p., 292). Por ello, en
doce países latinoamericanos se crearon políticas de reformas agrarias. La
reformas agrarias consistían en la expropiación de las grandes haciendas para
distribuir mejor el territorio, de esta
forma se utilizaba la tierra que antes estaba subutilizada y se obtenían
mayores beneficios. A su vez, esto pretendía aliviar la pobreza rural.
Aunque en países como
México, Bolivia y Venezuela se presentó una mayor distribución de la tierra,
los efectos redistributivos fueron insignificantes porque la política solo
ofrecía oportunidades para aquellos con accesibilidad económica que pudieran
tecnificar y estar sujetos las oportunidades y riesgos del mercado. De esta forma solo se beneficia sector de la
clase media y no a los trabajadores sin tierra con empleos temporales. Se
otorgaron créditos para que los trabajadores pudieran hacerlo pero estos eran
inadecuados, no estaban acorde a la realidad social y muchos pequeños productores al no poder tecnificarse caían en
ruina y tenía que vender su tierra o endeudarse «Este proceso ha sido llamado,
siguiendo a Lenin, la vía farmer de
desarrollo capitalista, que implica un proceso de diferenciación en que algunos
prospera, mientras otros pierden sus tierras y se convierten en trabajadores
sin tierra o emigran» (Roberts & Norman, p., 322). A su vez, la
industrialización empezaba a penetrar cada vez más en las estructuras agrarias,
los campesinos empezaron a ser dependientes de artículos industrializados como
el aceite, el azúcar, la sal, harinas, entre otros.
En conclusión, la
reforma agraria era favorecedora en la teoría pero no en la práctica. La
reforma que intentaba ayudar a sectores marginales terminó ayudando a una clase
menos desfavorecida.
Frente al fracaso de las
reformas agrarias, en los años ochenta, el interés del estado se alejó de las
políticas agrarias por los intereses propios de los funcionarios en el poder.
Además, con la crisis de la deuda en los años ochenta, el estado deja de dirigir
y controlar el desarrollo agrícola (Roberts & Norman). Como no hay la misma
inversión en el sector publico aumenta la pobreza rural. Se produce una
reorientación. Por una parte, surgen Organizaciones No Gubernamentales (ONG)
como Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) las cuales
se preocupan e intentan ocuparse de la pobreza rural y el desempleo. Sin
embargo, estas organizaciones no reemplazaron significativamente al estado.
Por otro lado, como el
estado no controla el desarrollo agrícola son las multinacionales la única
posibilidad de inversión para el dicho desarrollo. En este periodo la
industrialización es más evidente y el sector agrícola es controlado por
compañías multinacionales enfocadas en la agroindustria. Cada vez más la
industrialización es lo más importe, para suplir las necesidades básicas los
trabajadores acuden al trabajo asalariado
La privatización y capitalización del desarrollo agrario puso en vías de
extinción la agricultura con base familiar.
La situación laboral
deteriorada y las tasas de desempleo en aumento generan condiciones en las
cuales se duda del control y la legitimad del estado.
Simultáneamente surge el
cultivo de la cocaína, que se vuelve el cultivo más viable, en algunos casos el único, por ejemplo,
reemplazó los cultivos importantes en Perú y Bolivia. Los intentos que los
gobiernos en conjunto con Estos Unidos tuvieron para controlarlo por medio de
cultivos alternativos fueron en vano.
La tendencia política
hacia la modernización altero el poder político (Roberts & Norman). Hay
procesos contradictorios e incertidumbre sobre el desarrollo agrícola. Estos
conflictos dan lugar a la acción de sindicatos obreros y campesinos.
«Que bonito es el campo, cuanto daría por irme de aquí, volver a mi tierra,
cultivarla y comer de nuevo de ella» dice mi abuelo de setenta y cinco años
mientras habla con memoria en la garganta y nostalgia en los ojos. Yo trato de
entender como ese famoso «desarrollo», término tan ambiguo y subjetivo,
trasformó y transforma radicalmente la forma en que miles de personas perciben,
conciben y se dan significación en el
mundo. Una significación siempre arraigada a la idea de tierra. Si bien no en todos
los países latinoamericanos se dio con la misma intensidad ni en el mismo
periodo, aplica para cualquiera que en el «desarrollo» no caben todos, ni
siquiera la mitad, ni siquiera en el siglo XX y ni siquiera en el XXI. Los que
caben muchas veces no están aquí y
los que lo permiten, muchas veces son quienes gobiernan. «Que bonito es el campo» y yo me pregunto cuán bonito
será cuando cada vez más el mercado sea su dueño.
Coordinadora Agraria Nacional. PRIMER CONGRESO. ¡Por capital productivo y la industrialización del campo!
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