martes, 8 de diciembre de 2015

Latinoamérica:Proyecto criollo, intervención estadounidense, dictaduras, populismos e izquierdas

XIX y XX: La Latinoamérica de los llamados a ser y a hacer

«Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo» Albert Einstein.
«La realidad es un desafío. No estamos condenados a elegir entre lo mismo y lo mismo» Eduardo Galeano
En mi primera clase de Historia de América Latina del siglo XIX la docente pidió a sus estudiantes definir a América Latina en tres palabras, así que tres palabras ¿Saqueada? ¿Robada? ¿Extorsionada? ¿Masacrada? ¿Violentada? ¿Manipulada? ¿Olvidada? ¿Comprada? ¿Vendida? ¿Bella? Ó quizá, una frase «Un pueblo sin piernas pero que camina» (Calle 13 en Latinoamérica, 2011).
Cuando se define a América Latina, cuando se habla de sus historias y de sus procesos ¿Exactamente de que se habla? ¿Quién o quiénes lo han permitido? ¿De quienes son los nombres en la historia? ¿Quiénes son los idóneos, ya sea por su conocimiento, por su carisma o por su poder de generar terror y miedo, para gobernar, para dirigir, para ser gestores del progreso y del orden? ¿Quiénes son los llamados a ser y a hacer? ¿Cómo deben asegurar seguir siéndolo a expensas de todo y todos?  Y ¿Qué ocurre con ese todos, ese pueblo y esos nombres que no aparecen en la historia ya sea porque no quisieron/pudieron o simplemente porque los desaparecieron?
El objetivo de este ensayo es evidenciar a grandes rasgos la Latinoamérica de los llamados a ser y a hacer. Para ello se expondrá la historia de cinco casos, el proyecto nación criollo del siglo XIX, las dictaduras, el populismo y las izquierdas del siglo XX, y por supuesto, las intervenciones del más grande de todos los llamados, Estados Unidos. Si bien, estas historias con frecuencia se entrelazan, se tratarán separadas con fines metodológicos.
Después de la, dudosa, independencia de la naciones latinoamericanas en el siglo XIX la consolidación política estuvo a cargo de los criollos, que a su vez eran la élite dominante, estos legitimaban su accionar en el discurso positivista y racial. En este discurso, los criollos eran los idóneos para gobernar, puesto que aquel que tiene el dominio de la ciencia y el conocimiento es el único que puede curar los males de un pueblo enfermo (Charles, H., 1990). Los criollos eran competentes para llevar a las nuevas naciones al desarrollo, a la civilización, al mercado internacional. Por ello, se exportaba materia prima, se buscaba atraer la inversión extranjera para el desarrollo, es decir, infraestructura, ferrocarriles y arquitectura, todo esto con el fin de atraer más inversión. También, se crearon constituciones que buscaban simbólicamente representar las nuevas, libres y civilizadas naciones, sin embargo, «no era un concepto que anidaba en las masas campesinas ni en la sociedad rural» (Gros Espiell, H., Pág. 454, 2003).
            En este mismo contexto decimonónico, existían otros llamados a ser y a hacer. Los caudillos cumplen roles importantes en las dinámicas sociales pero son motivados por sus aspiraciones personales de ascensión social. El arte también quedó sesgado puesto que solo aquellos que podían viajar a Europa a estudiar podían representar adecuadamente temas como progreso, patriotismo y civilización.
Desde el siglo XIX, Estados Unidos tuvo intervención en diferentes procesos latinoamericanos, pero es en el siglo XX que esta intervención se agudiza con el discurso de ser la nación llamada a proteger la paz, la soberanía y la democracia. Un ejemplo, es el tercer artículo de la Enmienda Platt, en la cual Cuba permite la intervención militar estadounidense  «para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los EE.UU.» (Ecured., s.f). Estados Unidos también tenía ese derecho en otras naciones latinoamericanas, en especial en Centroamérica.
Después de la Gran Guerra y la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ocupó el lugar hegemónico de Gran Bretaña. Buscó el dominio de su «patio trasero» con políticas como la Doctrina Monroe y posteriormente la Buena vecindad. Es importante tener buenos vecinos, como lo dice Franklin D. Roosevelt, para «prestar ayuda conjunta a cualquiera de las hermanas repúblicas presa de pasajera calamidad», sobre todo en un escenario bélico mundial como el que se presentaba.
            Durante todo el siglo XX se presentan múltiples intervenciones justificadas de Estados Unidos a otras naciones, por ejemplo, cuando acusa a Venezuela, Ecuador y Bolivia de refugiar terroristas, de entorpecer la lucha contra las drogas y de oponerse a la libre empresa (Anderson, R, 1997).
El dominio que buscaba Estados Unidos en Latinoamérica era tal, que gustaba de ayudar y financiar a dictadores para que estos accedieran al poder, puesto que nada mejor que un títere disfrazado de gobernante para respaldar los intereses de la gran nación.
Dictadores, otros llamados a ser y a hacer que acceden al poder generalmente con golpes militares. Dictaduras como la de Gerardo Machado y Fulgencio Batista en Cuba a inicios de siglo XX justificaban su accionar en el discurso de ser los encargados de recobrar y mantener el orden. Por supuesto que para mantener el orden era necesario controlar la oposición con lo cual se recurre a la opresión, represión, desaparición y el asesinato. Es el accionar dictatorial legítimo debido al miedo y el temor que logran ejercer en la población.  Ejemplo de esto es el caso Chileno con la dictadura de Augusto Pinochet en 1973, él es el llamado a recuperar la economía chilena del mal manejo que daba su antecesor Salvador Allende, como si históricamente la economía chilena no fuese fuerte debido a los nitratos. Claramente, Pinochet debía recuperar el «modelo individualista, competitivo basado en el culto del mercado y en la abolición de las conquistas sociales que habían obtenido los pobres de Chile» (Vega, R., Pág. 458, 2015).
Otro de los llamados a ser y a hacer son los populistas, surgen en dos periodos, el primero en 1930 y 1940 y el segundo en 1990 bajo el término «neopopulismo». Los populistas, o en su defecto neopopulistas, son los llamados a recuperar y representar los intereses del pueblo. Son los encargados de resolver los problemas económicos, políticos y sociales de las naciones, es decir, responder a la crisis de representatividad de los gobernantes de élite tradicional, recuperar la economía de la crisis económica producida por la Gran Depresión, combatir el desempleo y las desigualdades sociales de la clase menos favorecida, la cual predominaba. Por ello adoptaron ideas democráticas, antiimperialistas y nacionales, por supuesto esto en la teoría, en el discurso. Su accionar lo legitimó su carisma, su personalidad y su discurso vibrante. Lograron cooptar a las masas, al pueblo con una autentica demagogia. Sin embargo, después de acceder al poder, con el paso del tiempo adquieren rasgos autoritarios, corruptos y modifican las constituciones para que no sean juzgados por dichos actos. «Los populistas, entregados en un principio al pueblo, se configuraban ahora como reyes tiranos que protagonizaban la concentración de poderes gubernamentales, el fomento de la reducción de la descentralización de la autonomía para tomar decisiones estatales y finalmente, la consecución de regímenes hiperpresidencialistas» (Catillo, N., Pág. 2, 2015). Ejemplos de los llamados a ser y a hacer populistas son Alberto Fujimori en Perú, Hugo Chávez en Venezuela; y neopopulistas como, Álvaro Uribe Vélez en Colombia, Carlos Ibáñez del Campo en Chile y Juan Domingo Perón en Argentina.
Con respecto a las historias de izquierdas, también hay diferentes llamados a ser y a hacer la revolución «La idea de progreso, de leyes que gobiernan el desarrollo social, de la necesidad de una elite ilustrada, eran conceptos que podían trasladarse con facilidad del positivismo del siglo XIX al comunismo del XX. Tanto en el positivismo como en el comunismo se encomendaba a una elite ilustrada el papel decisivo por ser el grupo más capacitado para interpretar las leyes del progreso histórico» (Angell, A., Pág. 78, 1997). Las izquierdas a pesar de tener objetivos comunes y sociales no tuvieron éxito y no lograron cooptar a las masas por dos razones. La primera, se encontraban divididas. Existían opiniones opuestas en cuanto al fin y al medio para hacer la revolución, es decir, cual era la forma adecuada, la vía pacifica o la vía armada.  Los diferentes llamados a ser y a hacer la revolución luchaban internamente por defender una posición que a su entender era la idónea, y esta lucha interna importó más que la propia idea de cambio social. La segunda, no tenían bases solidas. Sus bases, los trabajadores, representaban solo una pequeña parte de la población que en su mayoría era campesina. No eran representantitos de la base popular «Se les consideraba demasiado europeos, demasiado intelectuales y demasiado de clase media» (Angell, A., Pág. 81, 1997).
Sin embargo, es importante no olvidar que en estas izquierdas muchos hombres y mujeres normales, estudiantes, campesinos, obreros, creyeron y lucharon por valores como igualdad, justicia y libertad. Lucharon por escribir otra historia, por otra idea diferente de Latinoamérica, «Que creyeron en nuestro país y en nuestra gente, y que por creer se jugaron la vida» (Galeano, E., s.f). Es importante no olvidar que si no aparecen en la historia es por que posiblemente los desaparecieron.
En la historia de América Latina hay muchos llamados a ser y a hacer. En cada periodo, se encuentran llamados particulares en cada país, instituciones como la iglesia y los militares. También, hay llamados a ser y a hacer abstractos, como el liberalismo y el neoliberalismo. En sí mismos, los llamados no deberían ser un problema en la historia latinoamericana. El problema radica que la historia es solo de ellos porque el resto no tenían voz ni participación real y a aquellos que la tenían les cortaban la lengua y también las manos, por si acaso. Es evidente, que los llamados a ser y a hacer en la historia latinoamericana cambian de rostro, de figura y de discurso según las condiciones en las que se encuentren. Los criollos en el siglo XIX, dictaduras, populismos e izquierdas en el siglo XX, intervencionismo extranjero en ambos siglos. Es evidente desde el siglo XXI que esta situación se sigue reproduciendo. En general, las condiciones siempre van a ser propicias para que nosotros, los comunes y corrientes, estemos como ausentes a la merced de quienes escriben la historia. Ese es el problema, estar como ausente. En otra reflexión yo decía,  en el «desarrollo» no caben todos, ni siquiera la mitad, ni siquiera en el siglo XX y ni siquiera en el XXI. Los que caben muchas veces no están aquí y los que lo permiten, muchas veces son quienes gobiernan. Pero, ¿Quiénes permiten ese gobierno y esa forma de gobernar? ¿Quiénes no se informan? ¿Quienes no actúan? ¿Quiénes no se movilizan? ¿Quiénes no proponen? Es cierto que al intentar hacerlo las condiciones serán duras, pero si no lo hacemos no nos arriesgamos a escribir otra historia, a hacer las cosas de diferente manera para obtener diferentes resultados. No hablo de hacer la revolución, hablo de ejercer un compromiso participativo activo en lo que nos compromete, a nosotros y a los otros. No podemos permitir que la identidad latinoamericana sea no tener una. Debemos construir una Latinoamérica de todos y no estar como ausente en la Latinoamérica de los llamados a ser y a hacer.

REFERENCIAS

Anderle, Adam. (1988) «El populismo». En Historia de Iberoamérica, Tomo III. Madrid: Ediciones Cátedra.

Angell. Alan. (1997) «La izquierda en América Latina desde 1920» En Bethell, Leslie Historia de América Latina. Vol. 12. Barcelona: Crítica.

Calle 13. (2011) «Latinoamérica» en Disco Entre los que quieran. Puerto Rico: Sony.

Castillo, Nicolás. (2015) Reseña Critica sobre Steve Ellner: «Hugo Chávez y Alberto Fujimori: Análisis comparativo de dos variantes de Populismo». En: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=17710102 Luis Guillermo Patiño Aristizábal, Porfirio Cardona Restrepo: «El neopopulismo: una aproximación al caso colombiano y venezolano». En: http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/estudiospoliticos/article/view/2812.Mario Eduardo Poblete Vásquez: «Populismo Latinoamericano: una perspectiva comparada».En: http://www.uvm.cl/csonline/2006_3/pdf/populismo%20comparado.pdf

 EcuRed (S.f) Enmienda Platt. Recuperado el 24 de noviembre de 2015 en http://www.ecured.cu/Enmienda_Platt

Galeano, Eduardo (s.f) Abracadabra. Recuperado el 25 de noviembre de 2015 en http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-64375-2006-03-17.html

Gros Espiell, Héctor (2003) «Constitucionalismo y codificación latinoamericanos: de la sociedad colonial a la sociedad republicana» (Capitulo 18) En John Lombardi Historia general de América Latina Volumen 5. Ediciones Unesco.

Hale, Charles (1990) «Ideas políticas y sociales en America Latina, 1870 1930». En Leslie Bethell [editor]. Historia de America Latina, Vol 8. Barcelona, Crítica.

Jacques, Ranciere. (1992) «El rey muerto» en Los nombres de la historia: Una poética del saber. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión

Lych, John. (1987) «Los caudillos de la independencia: enemigos y agentes del estado nación » en John Lynch, Hispanoamérica 1750-1850: Ensayos sobre la sociedad y el estado, Bogotá, Universidad Nacional.

Thorp, Rose Mary. (1997) Las economías latinoamericanas 1929-1950. Bethell, Leslie Historia de América Latina. Vol. 11. Barcelona: Crítica,. Páginas 47-82.

Vega Cantor, Renán. (2015) «Contra la mercantilización de la universidad: la rebelión de quienes no quieren ser clientes». En La universidad de la ignorancia. Capitalismo académico y mercantilización de la educación superior, Ediciones Ocean Sur, Páginas 442-501.

 Vega Cantor, Renán. (2010) «Amargo bicentenario de la independencia en Colombia. ¿Cuál independencia?». Casa de las Américas, Núm. 59-60. Páginas 147-171.



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