domingo, 31 de mayo de 2015

Dependencia: Demanda y deuda externa de América Latina del siglo XIX

Por Angie Cepeda

En mi primera clase de Historia de América Latina del siglo XIX la docente pidió a los estudiantes definir a América Latina en tres palabras. Después de mucho pensarlo dije subdesarrollo con ironía. Otro docente dijo la grandeza de una nación no se mide por su «desarrollo» sino por su capacidad de autosostenerse. Y es allí, donde surge una pregunta que me atraviesa,
¿Cómo ostentar a la grandeza, a lo grande y a lo grandote, cuándo se camina de forma dependiente, cuando se lleva a cuesta un contrato y una deuda?



La historia de América Latina del siglo XIX está marcada por formas de gobierno, formas ciudad, formas de contarse y contar, formas de adaptar, formas de imitar, formas que resultaron a fin de cuentas en conflicto y en cambio. Después de la independencia las nuevas naciones se encontraban en una posición de incertidumbre (debido a la falta de experiencia), y ante esto, la elección fue mirar a aquellas naciones modelo. Por ello, lucharon por estar a la altura de estás, suplantaron su realidad cultural, su patrimonio material fue una copia del extranjero y adquirieron una segunda dependencia, una segunda colonización. Es esta dependencia una característica que atraviesa a América Latina, porque a pesar de ser reconocida principalmente en el plano económico ligado a la demanda extranjera donde el crecimiento estaba condicionado por las fluctuaciones del mercado exterior; y a la deuda externa ya sea la adquirida por la independencia o por las posteriores inversiones extranjeras tiene naturalmente repercusiones en todos los ámbitos. Ámbitos como la ideas y política, migración, las formas de trabajo, la tenencia de la tierra, (comunidades indígenas o de la iglesia) estaban directamente relacionados con la demanda y la presión que ejercía la deuda. Todos los procesos que procuró y vivió América Latina tenían intereses económicos, dado que eran estos los que repercutían en las formas de vida y determinaba en gran medida los avances o conflictos que allí se desataban.

Desde la independencia política ya existían los primeros vestigios de dependencia económica, puesto que para dicho proceso había sido necesario el capital extranjero que Gran Bretaña y Estados Unidos aportó, es decir, la independencia no se financio por sus propios recursos y por ello iniciaron endeudados. «La política de empréstitos internacionales agudizó el proceso de la dependencia. Este sistema crediticio permitió a las metrópolis no sólo cobrar altos intereses, sino también presionar sobre los gobiernos para obtener mayores ventajas comerciales. Por eso, la historia de la deuda externa es parte consustancial de la historia del proceso de la dependencia» (Apud Noy, s.f). Dado que estás nuevas naciones se presumían ricas en oro y plata «los banqueros londinenses ardían en deseo de prestar su dinero a naciones aparentemente tan ricas» (Macaulay & Bushnell, 1989, pág. 252). Fue a causa de estos primeros prestamos que la naciones a inicio de siglo tenían una falsa y efímera sensación de bienestar económico, pero tan pronto como se dejaron de pagar los prestamos cesaron los créditos y «existía un precario equilibrio entre las importación y lo que Latinoamérica podía pagar con lo que exportaba» (Macaulay & Bushnell, 1989, pág. 184).

A pesar de ser naciones independientes políticamente aun poseían una economía colonial enclave y los dirigentes reforzaron la función de exportadores de materias primas, de graneros del mundo. Se exportaba materia prima y se dependía de la demanda existente de los países consumidores. Eran pocos los productos que América Latina ofrecía que Europa o Estados Unidos no pudieran obtener ya de ellos mismos o sus colonias, cada producto único era cultivado de forma única también, esto explica el porqué del monocultivo, los consideraban más seguros y productivos; aunque esto también hizo más dependientes a las nuevas naciones porque estaban sujetas al mercado exterior. «La división internacional del capital-trabajo agudizó el proceso de dependencia porque en el reparto mundial, impuesto por las grandes potencias, a nuestros países les correspondió jugar el papel de meros abastecedores de materias primas básicas y de importadores de productos industriales» (Apud Noy). Por ejemplo, Centroamérica tenía un mercado de tintes naturales (cochinilla, añil, campeche),  tintes que fueron reemplazados unos más baratos que se producían en India. Esto significó un golpe mortal para la economía centroamericana. La región andina también estuvo sujeta a las fluctuaciones del mercado. Cuando cayó la demanda del café tuvo que adoptar una tabaquera. Brasil dependía del azúcar y cuando cayó el boom a causa de otros mercados como el cubano, se vio obligado a buscar la salvación en la libre entrada de azúcar en el mercado de Gran Bretaña. Fue por ello, que en 1822 estuvieron dispuestos renunciar al mercado de esclavos para que esto fuera posible.

Esto evidencia, que tener una economía enclave con un solo producto estrella, hace a las naciones dependientes de las fluctuaciones y la demanda del mercado exterior, si el centro se cae, se cae todo. Es esa misma condición de mercado la que limitó en inicio el crecimiento industrial de América Latina. «En 1830 luego de la etapa independentista, era claro que Estados Unidos e Inglaterra trazarían el camino que habría de seguir el mundo industrializado (Miño, pág. 345)».

En aras de mejorar estos procesos económicos y la comercialización de los productos se busco 1) mejorar la producción y 2) conseguir mayor capital extranjero (puesto que era este el que solucionaba problemas). Estas dos premisas están indudablemente relacionadas y lo que se hizo en busca de estos objetivos, influía en los mismos. Por ejemplo, para mejorar la producción era necesaria la mano de obra y el uso eficiente de la tierra, por ello se cuestionaron y se persiguieron las formas de vida  indígena (los cuales eran reclutados a la fuerza para trabajar en la construcción de caminos, en las plantaciones y en las minas) y las tierras comunales de la iglesia, pues estas no convenían con el modelo liberal. Del mismo modo, la inmigración y las políticas de inmigración no fueron solo por culturizar ciudades, el principal fin era obtener trabajadores cualificados. Al crecer la  producción era necesario comercializar el excedente fácilmente, por ello también se implantaron políticas liberalistas que posibilitaban el tráfico. Cada boom de un producto significaba mayor inversión de capital extranjero (capital británico, francés y posteriormente el norteamericano) y eso ayudaba a el desarrollo tecnológico de las nuevas naciones latinoamericanas. Este desarrollo debía facilitar la economía tanto en exportación como importación de productos, por ello se construyeron sistemas de transporte como el ferrocarril y el barco, todo financiado con capital extranjero. Así mismo, en busca de atraer mayor capital extranjero se modernizaron y «culturizaron» las ciudades. Es decir, toda la fase de modernización permitió que la economía creciera pero no que se desarrollara, si bien había mayor ganancia también aumentaba la deuda exterior, de nuevo, solo reforzaba y facilitaba la dependencia hacia las economías fuertes y poderosas sin concebirse ni posibilitarse la industrialización propia que mermara la situación de dependencia. «No podía haber un proceso de industrialización, puesto que fueron las economías más avanzadas — con mercados grandes y bien integrados, con capacidad de acumulación y movilización de capital—  las primeras en industrializarse». (Haber, 1990 pág. 83, en Miño, pág. 367).

Lo anterior se puede evidenciar en los siguientes ejemplos. En Centroamérica se pereció por el imperio británico, la potencia quería construir canales navegables y aunque la federación de provincias de Centroamérica se abstenían y «contemplaban al reino títere con temor y odio» (Macaulay & Bushnell, 1989, pág. 274) tuvieron que acceder por la intervención británica en la zona, derechos que se atribuían por el no pago de la deuda federal; esto fragmento profundamente a las naciones.  La economía mexicana estuvo en manos de ingleses y norteamericanos; no se basó solo en un producto (tenían caucho, cueros, café, plomo, ganado vacuno, vainilla, garbanzos, maderas finas, petróleo, entre otros), lo cual permitió que tuviera ciertas ventajas con respecto al mercado mundial, aun así el mercado continuaba regulado por la demanda, muchas veces, aumentaban los costos de las importaciones y bajan los de las exportaciones. Es el caso de los terratenientes de Yucatán «fueron empresarios de esa misma región,  yucatecos controlaban las plantaciones, pero los intereses norteamericanos controlaban el crédito y regularon la demanda» (Hammett, 2008, pág. 328). En el caso peruano, para vísperas de la Guerra del Pacífico, el país ya estaba en bancarrota a causa de que los servicios aduaneros no cubrían los gastos del estado ni de la deuda exterior que crecía con los nuevos créditos. Otro ejemplo peruano fue cuando La Cerro de Pasco Investment Company compraron y controlaron más de cien minas de carbón «el resultado de este proceso fue que los empresarios nacionales perdieron el control del principal recurso natural del país, que pasó así a manos de una poderosa compañía extranjera. Sin embargo, las élites regional y nacional compartían los beneficios y, en alianza con los inversionistas extranjeros, se enriquecieron y vieron fortalecido su control político del país» (Macaulay & Bushnell, 1989, pág. 333). En Bolivia, se observa como la falta de capital impidió la recuperación de las minas bolivarianas de plata, después de la recuperación y de la inversión extranjera, nuevas fluctuaciones hizo que entraran en crisis de la cual solo salieron con el desarrollo de la industria de estaño. En chile, el sector de los nitratos se convirtió en la mayor fuente de ingresos, pero gran parte de la industria estaba controlada por inversionistas británicos. En Argentina, la inversión británica estuvo en los frigoríficos y lo productos agropecuarios, también (como en otras zonas de la región) en los ferrocarriles, donde si bien aumento el trafico y la rentabilidad, también se extendió el grado de la inversión británica en Argentina «que incluía hipotecas, cédulas, créditos y aun la compra de bienes raíces para criar ganado» (Macaulay & Bushnell, 1989, pág. 323).

La deuda externa condicionaba a las naciones de América Latina a prestar utilidades, intereses y otros egresos que garantizaron el retorno de capital a los países prestamistas. Fue esta misma deuda por la que se produjo las crisis de 1878, cuando se debilitaron los precios de las exportaciones países latinoamericanos como Honduras, Costa Rica, La república dominicana, Paraguay, Costa Rica, La República Dominicana, Paraguay, Bolivia, Guatemala, Uruguay, Perú, Argentina, Chile y Colombia se vieron afectados (Glade, 2002, pág. 56). Fue la deuda externa de Argentina la condujo a la crisis de 1890, la que puso en evidencia la fragilidad económica del liberalismo y cuestiono la hegemonía de su conducción autocrática (Gutiérrez, 1997).
La relación económica entre deuda y mercado externo determinaba lo social, si la economía era estable se podían reducir los impuestos y por ende disminuían los conflictos políticos y aumentaba el trabajo, así era más aceptado el régimen vigente. Así mismo a final de siglo, la presión económica llevaba a que en las industrias se aumentaran las horas de trabajo bajo condiciones precarias y se da inicio a las primeras conformaciones sindicales. De forma repetitiva el mercado exterior determinaba las victorias o fracasos de los sindicados. Cuando la economía estaba en auge se les daba pequeños beneficios a los trabajadores para que volvieran a sus oficios, no se podía detener por ninguna razón la producción. Sin embargo, con el descenso de la economía iniciaba de nuevo la represión y se perdían las ventajas económicas.

Al no tener industrias (si puede llamar industria) propias, América Latina fue clave para el mercado de artículos manufacturados provenientes de Estados Unidos y Europa, y aunque en México existieron iniciativas y procesos en manufacturas textiles, fracasaron por tres factores, uno de ellos el mercado externo.

Joaquin Torres García - América invertida 
Para entender estos procesos es importante mirar , quien lideraba la economía, de quienes eran los proyectos, ayuda a entender por qué los nombres de esta historia son los icónicos, y no los de las masas, que tal vez no estaban muy de acuerdo con esas políticas, que tal vez se miraban mas a sí mismos y se pensaban desde sí mismos, y que bonito es imaginar ese nosotros, desde nosotros y para nosotros «El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!» (José Martí).

Es debatible que la dependencia sea un anacronismo, considero que si bien muchas de las causas se deben a procesos y condiciones internas, no se puede negar que la experiencia de unas naciones omitiera el hecho de querer sacar provecho de unas que apenas nacían, para ello es útil revisar la posición discursiva de quienes atribuyen que «hablar de dependencia es como mínimo una exageración» (Macaulay & Bushnell, 1989, pág. 53) «Echar la culpa de su situación de “subdesarrollo” a los imperialistas extranjeros es gratuito; las razones hay que buscarlas dentro de la propia región» (Macaulay & Bushnell, 1989, pág. 54). Es una cuestión de la que nunca se tendrá absoluta certeza, sobre todo porque son pocos los que construyen un discurso riguroso, son pocos los que cuentan la historia, una historia que de nombres ambiguos donde el historiador al pronunciarse inevitablemente expone su posición, «un lugar de enunciación» (Durán, 2015, Clase de América Latina siglo XIX) que resulta hegemónico.

Así mismo, desde mi posición considero que si existió y existe dependencia, y esta es transversal a América Latina por que la quebrantaba, la divide, la clasifica, la humilla, la expropia de sí misma, la incapacita para generar procesos que le den la absoluta independencia y autosuficiencia. Esta dependencia económica la confina a nuevas formas de esclavitud porque las expropia a las naciones de su derecho de dirigirse  a sí mismas libremente (puesto que se encuentran condicionadas por deudas antiguas), que duran y perduran, porque como se dice coloquialmente se destapa un hueco para llenar otro. Deudas por las que hoy se condicionan las decisiones políticas. Deudas por la que hoy estamos  jodidos, rejodidos. Por ende, la historia de América Latina del siglo XIX dice mucho sobre nuestra situación actual, es el porqué de los porqués, el «en cambio ahora…también» (Durán, 2015, Clase de América Latina siglo XIX).

Bibliografía

Bushnell, D., & Macaulay, N. (1989). (Capítulo 2) «Formación de un nuevo sistema político), (Capitulo 8) «Latinoamérica a mitad de siglo: un rápido proceso de cambio» y (Capítulo 13) «La herencia liberal y la búsqueda del desarrollo» en El nacimiento de los países latinoamericanos. Madrid: Nerea.
Glade, W. (2002). «América Latina y la economía internacional, 1870-1914» en Historia economica de América Latina, desde la independencia hasta nuestros días. Barcelona: Editorial Crítica.
Gutierrez, R. (1997) Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. Madrid: Cátedra S.A
Hammett, B. (2008). «La regeneración 1875-1900 Primera parte». En Lucena, M, Historia de Iberoamérica (Vol. 3, págs. 360-400).Madrid: Cátedra.
Hall, M., & Spalding, H. (1990). «La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros en América Latina 1880-1930». En Bethell, L,. [Editor] Historia de América Latina. Volumen 8. Barcelona: Crítica.
Henrique Cardoso, F., & Faletto, E. (1977). Dependencia y desarrollo en América Latina.
Buenos Aires: Siglo XIX editores S.A.
Miño, M. (Capítulo 2) «Los avatares de la manufactura y los orígenes de la industria moderna» en Historia general de América Latina. Volumen 6. Ediciones Unesco y Hall.
Cibergrafía

Apud Noy, Y.R.: Exportación de capitales hacia América latina, dependencia y subdesarrollo, en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 153, 2011. Recuperado el 19 de mayo de 2015 en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/la/

sábado, 16 de mayo de 2015

Perspectiva sociológica: Comportamiento en Transmilenio - Bogotá

Dina Luz Riaño, Angie Cepeda, Laura Gómez, Viviana Barrera.
ESTADO DEL ARTE
El sistema de transporte masivo, Transmilenio, usado por la mayoría de la población bogotana representa el ambiente propicio para que las relaciones sociales estén atravesadas por la agresividad. Este fenómeno ha sido estudiado desde diferentes perspectivas. En este trabajo abordaremos la psicológica, la económica, la política y la arquitectónica basadas en un contexto social.
Para realizar el estado del arte de nuestro trabajo tomamos cuatro textos. Estos textos son: Las interacciones sociales en el transporte masivo en Bogotá casos Calle 45 y Marly.  Un proceso de naturalización; Estudio del impacto del nuevo sistema de transporte masivo Transmilenio sobre el tejido urbano de Bogotá; Estímulos generadores de agresividad en los usuarios de Transmilenio;  Evaluación ex post e impacto de Transmilenio.
Análisis
Las situación rural y el conflicto armado interno fueron algunas condiciones históricos que produjeron la oleada de inmigrantes a la capital, esto desencadenó una sobrepoblación en la ciudad. El aumento poblacional creó un problema en la movilidad debido a que la  infraestructura bogotana no era suficiente para la cantidad de usuarios quienes congestionaban el sistema. Lo anterior planteó un reto para el gobierno del momento, que por medio de un estudio concluyó que la solución más «viable» en términos económicos y políticos era la implementación de un sistema de transporte terrestre (Transmilenio) y no uno diferente (Metro).

Actualmente, la situación no es muy distinta, los mismos problemas económicos y políticos continúan siendo algunos de los factores que han impedido el desarrollo exitoso de este sistema. La conducta social  presentada dentro del sistema Transmilenio es un ejemplo claro de cómo está construida nuestra sociedad y nuestra identidad. Inferimos que el reto gubernamental no es sólo un problema estructural, es también un problema de ausencia de cultura ciudadana, de autonomía en las acciones diarias (no necesitar un policía para realizar las acciones correctamente)  y de sentido de pertenencia hacia la ciudad, que nace por falta de una campaña de implementación y acompañamiento que promoviera el respeto  y la tolerancia a la hora de introducir el nuevo sistema en la ciudad.

Las condiciones de Transmilenio; la congestión en los articulados y en las estaciones; la densidad de la población; la falta de respeto; el incumplimiento de las normas; la contaminación auditiva, ambiental y visual; entre otras, generan un ambiente propicio para que se den situaciones agresivas, ya sea de manera verbal o física.

La violencia se ha naturalizado a tal punto que situaciones como robos, asesinatos, agresiones sexuales e intimidaciones, pasaron a hacer parte de nuestra vida cotidiana. Estas acciones repercuten negativamente en nuestro modo de relacionarnos, generando así más violencia pues la regla es «adaptarse o morir» (Schorr, 2006. Pág. 5). Es por esto, la necesidad de encontrar una manera de desnaturalizar estas acciones. Una solución puede ser la educación en cultura ciudadana con el fin de que las conductas agresivas disminuyan y el respeto por la vida crezca.

Por todo lo expuesto anteriormente nuestro interés se enfoca en la conducta social agresiva, puesto que es una realidad  próxima a nuestra condición como usuarias del sistema Transmilenio.

VINCULACIÓN DE LAS CATEGORÍAS SOCIOLÓGICAS

Un individuo que utiliza el sistema Transmilenio en hora valle,  llega a una estación o paradero donde toma el articulado habitualmente y se dispone a hacer la fila para entrar a este. Cuando se va acercando el articulado las personas de la fila se dan cuenta que viene vacío y que todos alcanzarán a  sentarse; por eso, al estacionarse el articulado y al abrir las puertas las personas entran en calma conservando la fila. El mismo individuo llega  a la misma estación en hora pico, se encuentra con una multitud de personas amontonadas casi al borde de la estación a punto de caer esperando a que llegue el articulado. La persona adopta el comportamiento común y se hace parte del tumulto. Cuando las personas ven que se aproxima el articulado, la situación se vuelve tensa y las personas se acumulan más en la puerta, los objetivos: conseguir una silla y tomar ese articulado. Al abrirse la puerta las personas empiezan a empujar y agredir (verbal o físicamente) a los demás para entrar más rápido, aquél que se queda en la puerta sin entrar al articulado es el que lleva la peor parte. Una vez adentro y el articulado lleno, la situación se estabiliza momentáneamente pero los individuos quedan predispuestos para nuevas situaciones de estrés.


Transmilenio al ser un sistema de transporte público que moviliza simultáneamente a una masa poblacional, genera que las personas asuman un  comportamiento grupal que  los lleva a  adoptar actitudes colectivas. Estas actitudes generalmente están condicionadas por la fuerza de una mayoría sobre una conciencia individual «el conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o común. Es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en los individuos.» (Durkheim). A este comportamiento se le conoce como influencia social,  se da generalmente cuando un individuo no conoce las reglas de comportamiento e imita el comportamiento grupal. Las características principales de la influencia social son la normalización, la conformidad y la obediencia. Por esto los individuos actúan como creen que los demás esperan que actúen. «La vida es como una representación teatral y consiste en actuaciones (performance), donde hay actores y público. Lo representado en el escenario se concibe como real mientras dura la representación. Para la representación teatral, los actores emplean máscaras, entendidas como tipificaciones estereotipadas de los roles sociales, lo que supone la preexistencia de normas y pautas de acción a las que los individuos deben adecuarse en su actuación (Goffman)» (citado por Mercado, A. & Zaragoza, L., 2015. Pág. 161) entonces, podríamos inferir que Transmilenio es un sistema que en contexto crea un ambiente propicio para que la masa condicione el comportamiento individual.

En el caso mencionado anteriormente, cuando el  individuo ingresó al sistema para abordar un articulado, se encontró con una masa de personas mayor a él, que ya determinaron un comportamiento, el cual pudo ser: hacer fila o unirse al tumulto; el individuo adoptará el comportamiento grupal, según Goffman es en este punto donde el individuo abandona parte de sí mismo y asume una máscara (el elemento que portan los actores) y un rol (papel que representa la conciencia) frente al grupo, todo esto representado en un medio (espacio donde se mueven los actuantes). Esta dinámica funcionará «armónicamente» hasta cuando un individuo perciba o vea que será afectado negativamente, es decir, cuando el individuo sienta amenazada su libertad de actuación (poder elegir usar su conducta o la grupal). Esta perturbación generará que los individuos pasen de un comportamiento meramente imitativo, a acciones orientadas y motivadas al otro, como resultado habrá un lucha social. «El conflicto social es una lucha por los valores y por el status, el poder y los recursos escasos, en el curso de la cual los oponentes desean neutralizar, dañar o eliminar a sus rivales. Un conflicto será social cuando trasciende de lo individual y proceda de la propia estructura de la sociedad» (Coser, L.). Esto se puede evidenciar en el sistema, justo cuando se aproxima el articulado, los individuos se desprenden de su rol y asumen (según la cantidad de personas y sillas) una acción competitiva y defensiva.

A esta situación, se le puede asignar la categoría de «acción social». «Toda relación humana donde los sujetos enlazan a dicha relación un sentido subjetivo (motivado por los mismos) y se encuentra orientada la conducta en relación a la conducta de otros» (Weber, M. 2008) Es decir, que los individuos tengan motivación personal la cual no siempre será conocida por el mismo; pero es desde la acción racional con arreglo a fines (importa el fin y no el medio) donde se puede evidenciar que si el fin es la silla o subirse al articulado, no importara el medio (violencia) para obtenerlo. Como dice Zygmunt Bauman, para aliviar nuestra carga moral psíquicamente al ser violentos, justificamos nuestro actuar culpando a otros, es por esto que nos consideramos víctimas y no victimarios. Retomando la problemática de Transmilenio, el individuo se justifica en el funcionamiento del sistema (frecuencia de los articulados, valor del pasaje), el comportamiento de otros y sus propias condiciones (cansancio, malhumor previo) y no en que él mismo puede ser uno de los causantes de violencia.

Otro factor que promueve la violencia en Transmilenio es el individualismo, «nos hallamos en una situación en la que, de modo constante, se nos incentiva y predispone a actuar de manera egocéntrica y materialista» (Bauman). El individualismo genera un sentimiento que los alemanes llamarían «unsicherheit» [Retomado por Bauman], que se puede traducir al español en tres palabras: incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad. La inestabilidad propiciada por la desconfianza que nos tenemos entre unos y otros (Virtualia, 2008). Si los usuarios de Transmilenio se suben a los articulados predispuestos a situaciones hostiles la posibilidad de responder violentamente a cualquier acción será mayor. Estas acciones llegan a tal punto (agresividad) por la legitimación a través de la rutina, la deshumanización y la violencia autorizada.

Bibliografía

Bauman, Z. 2011. Modernidad y Holocausto. Madrid: Sequitur, 6a ed.
Schorr M. 2006. Estudios del desierto Mexicali baja California, Editorial Universidad Autónoma de baja California.
Weber, M. 2002. Economía y Sociedad. Madrid: Fondo de Cultura Económica de España.

Cibergrafía

Carrero A. Estudio del impacto del nuevo sistema de transporte masivo Transmilenio sobre el tejido urbano de Bogotá. Consultado el día 2 de Mayo de 2015, de http://www-cpsv.upc.es/tesines/resummaus_alfonsocarrero.pdf
García C., Rodríguez A. 2014. Las interacciones sociales en el transporte masivo en Bogotá casos Calle 45 y Marly.  Un proceso de naturalización. Consultado el día 2 de Mayo de 2015, de http://repository.ucatolica.edu.co:8080/jspui/bitstream/10983/1941/1/Las%20interaccione%20ssociales%20en%20el%20transporte%20masivo%20en%20bogot%C3%A1%20Casos%20%20Calle%2045%20y%20Marly.pdf
López E. 2006. Evaluación ex post e impacto de Transmilenio. Consultado el día 2 de Mayo de 2015, de http://cdim.esap.edu.co/BancoMedios/Documentos%20PDF/evaluaci%C3%B3n%20expost%20e%20impact%20de%20transmilenio.pdf
Mercado, A., Zaragoza, L. La interacción social en el pensamiento sociológico de Erving Goffman. Consultado el día 13 de Mayo de 2015, de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67621192009
Módulo IV procesos de influencia. Consultado el día 14 de mayo de 2015, de  
PNL Américas, Mentes colectivas. Consultado el día 14 de Mayo de 2015, de
Valero N., Guevara I. 2014. Estímulos generadores de agresividad en los usuarios de Transmilenio. Consultado el día 2 de Mayo de 2015, de http://investigamos.co/analisis/docs/1013630130.pdf

jueves, 14 de mayo de 2015

Reseña Ferdinand de Saussure. Curso de lingüística general. II Parte-Lingüística sincrónica

Angie Cepeda, Laura Gómez y Dina Riaño
Buenos Aires: Losada. 1945 

Ferdinand de Saussure
Detrás de las conversaciones ambiguas que los seres humanos utilizan para relacionarse con sus semejantes, existe una ciencia que define y categoriza la lengua rigurosamente. Este sistema fue creado por Ferdinand de Saussure (18571913) suizo apasionado por el estudio de la lingüística, Saussure con su planteamiento diferenció el habla de la lengua. Logró consolidar la lingüística como ciencia. Es nombrado profesor de gramática comparada de la Escuela de Estudios Superiores de París y de la Universidad de Ginebra. Las ideas de Saussure fueron tan  innovadoras que al morir, dos de sus estudiantes (Charles Bally y Albert Sechehaye) deciden recopilar sus notas para publicar un libro que se convertiría en un clásico de la lingüística. Este libro se publica en 1916.

Saussure desarrollo sus ideas en suiza a finales del siglo XIX y principios del XX. «Fue en la universidad de Leipzig-Alemania donde tuvo como influencia a los neogramáticos (lingüistas que conformaron una escuela de pensamiento lingüístico) quienes buscaban renovar los métodos del estudio de la gramática comparada» (Osorio, Marybel; 2015). Saussure considera que el método utilizado por los neogramáticos no era el adecuado. Crea su propio sistema que lo posiciona como el padre de la lingüística contemporánea.

El valor lingüístico se define como la unión del significante (imagen acústica, símbolo) y su significado (concepto). Saussure basa la lingüística en la diferenciación negativa, «Su más exacta característica es la de ser lo que los otros no son, tibio es lo que no es frío ni caliente» (Bally, Sechehaye, 1945, Pág. 141).
 La lingüística define las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas que le dan sentido y funcionalidad a la lengua. En el texto se plantea la unidad como una asociación entre concepto e imagen acústica. Saussure critica dos teorías que podrían constituir a la unidad principal: la palabra y la oración.

La identidad, la realidad y los valores nos darán una noción primordial acerca de la idea de la unidad. La realidad más que una observación es la clasificación que le damos al concepto y la fónica. La identidad no es una misma porción de sonoridad con la misma significación ya que no en todos los casos es reciproca su connotación, «No sé nada» y «No le digas nada de esto» contienen el mismo elemento, pero su sentido no es el mismo. El sentido y el valor permanecen aún si cambia el objeto. El valor es la función, la cualidad de una unidad que determina la identidad. Saussure expone el siguiente ejemplo «Una comparación con el juego de ajedrez nos lo hará comprender. Tomemos un caballo: ¿Es por sí mismo un elemento del juego? Seguramente no, porque con su materialidad pura, fuera de su casilla y de las demás condiciones del juego, no representa nada para el jugador y no resulta elemento real y concreto más que una vez que este revestido de su valor y haciendo cuerpo con él» (Bally, Sechehaye, 1945, Pág. 134).

Al definir la unidad, sus características y sus componentes, se pueden estudiar sus relaciones.   Estas son pruebas de actividad mental que le dan vida a la lengua. Pueden ser de dos tipos, sintagmáticas y asociativas. Las sintagmáticas son la unión de dos o más unidades representadas en cadena. Son consecuencia una de la otra, siguen un orden de sucesión y número lo que hace posible la conversación. Las asociativas o paradigmáticas, son individualidades que se determinan por la memoria y enlazan un elemento común según las similitudes y diferencias posibles, puede ser por sufijo, significado o imagen acústica.
Por su parte la lengua es funcional por las relaciones establecidas entre fonética y concepto, entre asociación y sintagma, las relaciones independientes son escasas (si, no, gracias) por ello la mayoría son dependientes. Si un elemento cambia, el sentido lo hace también.


Otro tema tratado, son las motivaciones quienes facilitan la expresión de una idea.
Motivación es lo no arbitrario y es la existencia de una relación entre significado y significante.
Da origen a dos límites opuestos, un mínimo (lexicológico) y un máximo (gramatical relativo).
Donde el primero es natural y el segundo causal. Todo dentro de este rango se determina como la clasificación de la lengua. Existen dos niveles de motivación. El primero es cuando la unión de dos signos lingüísticos da como resultado un tercero, cuyo significado se puede apreciar fácilmente en sus dos primeros componentes es el caso de pelirojo (pelo+rojo= un pelo rojo). El segundo es cuando la unión de dos palabras logra un tercer sentido que no es ni lo uno ni lo otro. Ejemplo Rascacielo no es ni rasca ni cielo es una tercera definición, un edificio de gran altitud.

La lingüística estática como sistema de medios de expresión prescinde de la época y se constituye por morfología y sintaxis. Su primer constituyente es la categoría de palabras y sus  formas de conjugación, mientras el segundo emplea la forma.

Para el estudio sociológico es importante analizar y comprender el contexto, el trabajo y la vida de Saussure, porque es esta una gran innovación para el avance de la lingüística como ciencia. La sociedad en la que vivía era el resultado de construcciones históricas, que delimitan una forma de actuar y pensar. Es importante preguntarse ¿Qué llevo a un hombre, hace más de un siglo, a pensar en un nuevo sistema y en nueva ciencia?, ¿Cuáles fueron las situaciones históricas y el motivo que hizo que su capacidad mental se desarrollara más de lo normal?, ¿La lingüística ha sido tomada como ciencia débil a través de la historia?, ¿Y en la actualidad se le ha dado más importancia?

  

 Bibliografía

Osorio, Marybel, S.F., ¿Quién fue Ferdinand de Saussure?, Portafolio lengua lenguaje y habla.


Saussure, F. de. (1945). Curso de lingüística general (A. Alonso, Trad., C, Bally & A. Sechehaye, Eds). Buenos Aires: Losada. 

domingo, 10 de mayo de 2015

Historia urbana y arquitectónica de Latinoamérica Siglo XIX


Pilastra La Iglesia de San Baltasar de los Arias del Valle de Cumanacoa
Venezuela

Bolivia Tarija
Casa del oro siglo XIX

M. P. Le Vau enVaux LeVicomte 1655-61

M.P. Hotel Soubise de Delamair 1705-9

M.P Petit Trianon de Versalles 1762-64

Santuario De Las Laja.
Ipiales Colombia Siglo XX

Bejucal. Estacion Ferroviaria
Cuba

Estación de Ferrocarril.1854-61
Paraguay

Estación de Ferrocaril.
Paraguay Asuncion 1863

Estación Retiro F.C.G Mitre.1358-1914
.Estación ferrocarril Argentina

Circulo Italiano ExResidencia Leloir
1903.Argentina

Mexico
Secretaria de Obras Públicas 1910

Dibujantes De La Ecole Des Beaux Arts
Paris

Ecole Des Beaux Arts

Después de la independencia nace la preocupación de las élites gobernantes por alcanzar  un ideal de orden y progreso, en la primera mitad del siglo XIX los enfrentamientos y los cambios se dan en la búsqueda de una consolidación política. A partir de la mitad de siglo XIX, se produce un crecimiento económico donde la necesidad de comercialización, competitividad y desarrollo impulsan el auge del liberalismo económico, este sistema era básicamente elitista, conforme a esto, será esta nueva clase quien direccione a las naciones de acuerdo con sus intereses.

Al integrarse las naciones al mercado mundial de comercio y producción cambia la fisionomía de algunas zonas privilegiadas como los son capitales, puertos y ciudades. Varias condiciones como mayor organización administrativa, control en la disidencia política, disponibilidad en recursos y una relativa sensación de orden hicieron posible la arquitectura se orientara y se transformara hacia un modelo europeo (Gutierrez, 1997).

Esto se hizo por dos razones atraer extranjeros y sus inversiones para el desarrollo del país, y el segundo, borrar la imagen de colonia y adquirir una identidad culta «El vivir en una ciudad de fisionomía francesa, el residir en un petit hotel borbónico, el hablar aquel idioma e imitar el modo de vida francés era para la elite gobernante finisecular la garantía de pertenecer a la civilización y el haber borrado definitivamente los genes culturales de la barbarie a que los condenaba su humillante naturaleza americana» (Gutiérrez, 1997, Pág. 411).

Basados en una arquitectura ecléctica (Mezcla y combinación de lo mas destacado de múltiples teorías, estilos e ideas) y académica. Fueron dos las corrientes estilísticas en la que se basaron las construcciones de la época. El clasicismo académico, retoma la arquitectura grecorromana e impone ideas de composición armónica y simétrica con estilo sobrio y líneas simples, es decir, un equilibrio entre columnas y pilastras, de entablamento con arquitrabe, friso y cornisa, de frentes casi siempre triangulares de cúpulas y de balaustradas (Gutierrez, 1997).Este clasicismo se compone de ideas de academicismo francés e italiano marcado el eje influencita del estilo borbónico el cual principalmente ofrece construcciones pragmáticas para las futuras arquitecturas como los son palacio de Le Vau en Vaux Le Vicomte, el Hotel Soubise de Delamair y el Petit Trianon de Versalles .  El ideal latinoamericano genérico era imitar todo lo posible los modelos, por ello importaban los arquitectos, la mano de obra y hasta los materiales. Un ejemplo de esto, es el modelo de la Avenida de Mayo en Buenos Aires en la cual se utilizo el diseño de la rue Reamur de Paris. La otra corriente, fue el romanticismo historicista donde se busca la identificación nostálgica con determinado momento histórico, se reviven formas medievales que se emplean principalmente en grandes catedrales por su concepción de lejano, exótico y místico. La arquitectura tomo entonces un estilo neogótico el cual en Latinoamérica era vago y ambiguo por su contradicción con la ideología de la corriente. «En América el espíritu romántico y nacional europeo no podía calar más que de una forma superficial ya que su estado de ánimo cultural era conceptualmente ajeno» (Gutiérrez, 1997, Pág. 412).

Estas corrientes tuvieron implicaciones positivas y negativas, el mayor merito pudo ser haber tenido un modelo y la intención de llevarlo a cabo, en oposición es adecuado reflexionar sobre lo siguiente «La arquitectura del liberalismo expresa una realidad contradictoria, la misma que posibilita la concreción de grandes obras materiales, el desarrollo y la articulación de algunos países americanos, el afianzamiento del proceso de urbanización, pero a la vez destruye la población americana, la confina a nuevas formas de esclavitud y miseria, buscando un modelo ajeno a su propia realidad, la que desprecia profundamente» (Gutiérrez, 1997, Pág. 418).

Bibliografía

Más Arrondo, Carlos. Historia del arte para selectividad Capitulo 9 Arquitectura y Urbanismo. IES Andalan S.F.

Gutierrez, Ramon. Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. Madrid: Cátedra S.A, 1997.

Macaulay, N & Bushnell, D. «Latinoamérica a mitad de siglo: un rápido proceso de cambio», en El nacimiento de los países latinoamericanos. Madrid: Nerea, 1989.